
A inicios de la década de los 1950s, bajo el liderazgo de los ingenieros forestales suizos Jean Pierre Veillon (1914-2002) y Hans Lamprecht (1919-2012), profesores del entonces Instituto de Silvicultura (hoy Instituto de Investigaciones para el Desarrollo Forestal) de la Universidad de Los Andes (ULA), junto con técnicos forestales y estudiantes, se dio inicio a un esfuerzo pocas veces visto en los trópicos por estudiar el funcionamiento y la dinámica de varios bosques naturales de Venezuela. Inicialmente estuvieron enfocados en la región andina y en los Llanos Occidentales donde la ULA comenzaba actividades de investigación (e.g. estaciones San Eusebio y Caparo) y posteriormente extendiéndose hacia el Centro, Oriente del país en el escudo de Guayana y la Amazonia. Destacan especialmente los trabajos de J.P Veillon, el cual logró instalar entre 1953 y 1978 sesenta y dos parcelas que cubren nueve zonas de vida en los estados Mérida, Barinas, Portuguesa, Bolívar, Anzoátegui, Delta Amacuro, Amazonas, Falcón y Zulia.
Posteriormente, muchos otros investigadores como los profesores Hermán Finol Urdaneta, Alí D´Jesús, Armando Torres Lezama e Hirma Ramírez también de la ULA establecieron y continuaron el seguimiento a esta red de parcelas/sitios permanentes para el estudio de los bosques del país. Entre 1993 y 1996, el recién creado INDEFOR estableció un convenio de cooperación con la Universidad de Illinois que facilitó nuevas investigaciones en varios de estos sitos. En algunos casos, estos sitios fueron establecidos en 1961 y visitados anualmente. A medida que los recursos humanos y financieros se hicieron escasos estas visitas se han hecho cada 3 a 4 años y varios de ellos fueron recientemente revisitados por última vez en el año 2016, alcanzando más de 50 años de información continua. En el año 2011, bajo la coordinación del botánico venezolano Gerardo Aymard, un número especial de la Revista Biollania de la Universidad Experimental de los Llanos (UNELLEZ) fue publicado para rendir homenaje a Veillon.
Paralelamente, el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) iniciaba hacia finales de los años 70s, bajo el auspicio del Programa “Hombre y Biosfera” de las Naciones Unidas, un proyecto de investigación en el alto Rio Negro, específicamente en la región de San Carlos de Río Negro en el estado Amazonas para el estudio de la ecología de los bosques de este sector de la cuenca amazónica y para entender los efectos de la tala y quema. Lo que conocemos hoy sobre este tipo de ambientes tropicales a nivel global proviene en gran medida de numerosos trabajos de grandes investigadores venezolanos como los profesores eméritos Ernesto Medina y Rafael Herrera, junto a otros colaboradores (e.g. Hans Klinge, Carl Jordan, Howard Clark, Elvira Cuevas, Nelda Dezzeo, Gerardo Aymard). Asimismo, aunque más recientemente, investigadores de la Universidad Experimental de Guayana (UNEG) por su parte establecieron también un conjunto de parcelas en un gradiente altitudinal de la región de Guayana dentro del Parque Nacional Canaima. Allí, liderados por el Dr. Lionel Hernández y otros investigadores, se cuenta con información florística y ecológica de este tipo de ambientes.
Explica el Prof. Lionel Hernández sobre la REDUNEG: “El monitoreo en la zona de Guayana ha permitido apreciar diferentes respuestas ecológicas de las comunidades boscosas ante cambios físico-ambientales. La variación de la composición de especies en el gradiente está controlada principalmente por la altitud (posiblemente por la temperatura), las precipitaciones y las condiciones de los suelos. Además de este conocimiento, durante nuestro trabajo hemos registrado 11 especies nuevas de árboles antes desconocidas para la ciencia”.
“Hay que resaltar el valor de las parcelas más antiguas por la perspectiva que ellas nos ofrecen a largo plazo y entre ellas podemos destacar con mucho orgullo las que fueron pioneras para los bosques tropicales en general: las establecidas por J.P Veillon y mantenidas y manejadas por el grupo de la Universidad de Los Andes y luego las que instalamos junto a colaboradores internacionales con el IVIC¨, destaca el Dr. Rafael Herrera, emérito del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.
El proyecto de la Red Amazónica de Inventarios Forestales (RAINFOR): en el año 2002, bajo la coordinación de investigadores de la Universidad de Leeds en Inglaterra, el proyecto RAINFOR que agrupa cientos de investigadores dentro y fuera de la cuenca Amazónica incorporó, en diferentes etapas, a todos estos investigadores en Venezuela para el fortalecimiento de una red internacional con el objeto de entender los efectos del cambio climático sobre los bosques tropicales Amazónicos. Gracias a esta red y también al trabajo del proyecto ATDN (Amazon Tree Diversity Network) que también incluye a otros investigadores venezolanos como los profesores Hernán Castellanos (UNEG) y José Lozada (ULA), hoy sabemos que en la Amazonía existen alrededor de 10.000 especies de árboles y cerca de la mitad de todos los individuos pertenecen solo a 227 especies. Esta desproporcionada cifra de árboles comunes a lo largo de la cuenca es conocida como especies “hiperdominantes” y revela además la enorme cantidad de especies poco representadas que existe en estos bosques.
Por otra parte, en años recientes la capacidad de almacenamiento de carbono (efecto “sumidero”) en la Amazonia está en declive por el aumento en la mortalidad de árboles como respuesta a sequías más frecuentes e intensas. Asimismo, en 2018, un importante estudio que agrupó a la mayoría de los miembros de la red RAINFOR con énfasis en los bosques amazónicos, reveló que la velocidad del cambio climático parece estar provocando una modificación lenta pero sostenida en la composición de especies. En esencia, lo que se ha visto es que fenómenos como el cambio climático que incluye mayores temperaturas y sequías más fuertes, en combinación con la deforestación, la degradación y los fuegos, parecen estar favoreciendo el crecimiento de especies que proporcionalmente almacenan menos carbono. Muchos investigadores, incluyendo la red RAINFOR, advirtieron recientemente sobre un potencial cambio irreversible si no se toman medidas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, la deforestación y la degradación. El trabajo mancomunado de este tipo de redes ha servido, en el caso venezolano, para resaltar el enorme valor que tiene la información a largo plazo colectada durante muchísimos años.
Resultados para Venezuela: Desde el año 2013, como parte de su proyecto doctoral recientemente culminado en la Universidad de Washington en Estados Unidos, el investigador Emilio Vilanova se propuso como objetivo compilar y sintetizar los resultados de todos estos esfuerzos enfocándose en los patrones de crecimiento, mortalidad y carbono y su relación con aspectos ambientales y el cambio climático en Venezuela: “con varias campañas de campo adicionales, la idea original de mi proyecto fue evaluar qué ha pasado con estos sitios luego de los resultados que presentara en 1985 J.P Veillon y otros investigadores algunos años después”, explica Emilio Vilanova. Los primeros resultados de este esfuerzo fueron publicados en el año 2018 en la revista PLoS ONE donde se incluyeron los datos de 50 sitios permanentes y agrupó a varios investigadores venezolanos y miembros de la red RAINFOR. Entre las principales conclusiones se destaca la importancia que tiene la duración de la época seca para el funcionamiento de muchos de estos bosques: “épocas secas más largas o severas implican, en general, un mayor dinamismo en el ecosistema. Es decir, la velocidad de recambio entre el crecimiento y la mortalidad es mayor y esto se evidencia más claramente en los bosques secos o estacionales, lo que puede tener implicaciones importantes en el contexto del cambio climático”, indica Emilio Vilanova. Asimismo, esta dinámica más acelerada parece tener conexión con la propia capacidad del ecosistema para almacenar carbono: “un mayor dinamismo, aunque puede significar a veces un crecimiento más rápido en muchas especies, puede implicar que el carbono almacenado sea menor en comparación con la cantidad encontrada en bosques muy húmedos o donde la temporada de sequía es corta o casi inexistente como en el caso del escudo de Guayana o la región de Amazonas” añade Vilanova, quien trabaja actualmente para publicar otros resultados de su disertación. Entre ellos destaca, por ejemplo, tal y como ha ocurrido en la región amazónica, un aumento sostenido en la mortalidad de árboles que incluye también patrones similares en los bosques nublados de los Andes, algo que no se ha reportado hasta la fecha: “si bien sabemos que naturalmente los bosques tropicales se caracterizan por un importante dinamismo, hemos detectado que el aumento generalizado de la temperatura no sólo en Venezuela sino en la región tropical parece estar afectando selectivamente a los árboles más grandes, es decir, los que en general abarcan una mayor proporción de todo el carbono almacenado; en este sentido vemos un patrón común en todos los bosques venezolanos estudiados. Sin importar el tiempo de seguimiento, 50 años o 10 en algunos casos, la gran mayoría de los sitios muestran una tendencia, significativamente positiva, en la cantidad de árboles que mueren anualmente”. Estos resultados fueron recientemente presentados en la reunión anual de la Unión Geofísica Americana (AGU por sus siglas en inglés) recientemente celebrada en San Francisco. Esta información es de suma importancia para entender la respuesta de los bosques venezolanos al cambio climático.
“Considerando todo el marco internacional de colaboradores que tenemos en la red RAINFOR, debería ser considerado un orgullo nacional contar con una historia de monitoreo de bosques tan larga como la de Venezuela…” explica el Prof. Oliver Phillips de la Universidad de Leeds en Inglaterra y uno de los fundadores de la red RAINFOR. “Esta red no es sólo parte del patrimonio científico del país, sino que de mantenerse o expandirse, podría servir como base para un sistema de calidad para seguir al balance de carbono de los bosques venezolanos en el siglo XXI” subraya Phillips.
Un futuro incierto: Si hay algo que ha demostrado todo este esfuerzo es el enorme potencial de investigación que existe en Venezuela para entender lo que pasa con los bosques del país. Con muchísimas limitaciones, este grupo de investigadores ha logrado consolidar una estructura de información de largo plazo de altísimo valor científico. Ahora que la atención sobre los efectos del cambio climático, la deforestación y la degradación de los bosques tropicales es mayor, esfuerzos como estos tienen mayor mérito y es necesario, de alguna forma, mantenerlos y continuarlos, coinciden todos los investigadores que han participado.
“Mantener estos sitios, no sólo es complejo, sino cada vez más difícil dada la situación del país y el enorme declive en la investigación en años recientes producto de la crisis que ha afectado el funcionamiento de todas las instituciones de Venezuela”. Desde problemas de financiamiento, falta de personal, lentitud o negativa en la tramitación de permisos por parte de las autoridades oficiales, hasta la deforestación en zonas como Caparo donde la Universidad de Los Andes ha mantenido por casi 50 años un programa de investigación, o la degradación y violencia al sur del Orinoco producto del Arco Minero decretado en el año 2016, este conjunto de factores limitan la posibilidad de continuar con estos estudios y ponen en riesgo muchos años de investigaciones de alto valor científico.
Desde el año 2003, muchos científicos venezolanos comenzaron a llamar la atención sobre los problemas y limitaciones del sector. Más recientemente, otros comunicados han sido publicados en importantes revistas como Nature en 2016 o Scientific American en 2019 para subrayar cómo la crisis nacional no sólo ha afectado la dinámica socia del país sino también la repercusión sobre la ciencia y el sector científico nacional. Es difícil saber qué va a ocurrir con iniciativas como esta y la incertidumbre es generalizada pero, tal y como ocurre con otros proyectos importantes de investigación como el caso del seguimiento al último glaciar de Venezuela, este grupo de venezolanos tiene la esperanza de poder continuar manteniendo activas estas mediciones y, potencialmente, incorporar nuevos sitios si las condiciones para ello lo permiten.
*** Una versión resumida de esta nota fue publicada en inglés en el blog de la revista Nature Ecology and Evolution https://natureecoevocommunity.nature.com/posts/65506-collapse-of-venezuelan-science-threatens-the-world-s-most-sustained-monitoring-of-tropical-forests
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